7 extrañas leyendas de Cantabria que no te dejarán dormir
Sol, mar y montaña, pero también brujas, sirenas y extraños animales. La mitología cantábrica está llena de leyendas, historias y cuentos, a veces terroríficos, que vale la pena recordar.
Si estás pensando en organizar un viaje con tu familia o unas vacaciones en Cantabria, prepara las maletas y la cámara de fotos: si tienes suerte podrás fotografiar monstruos nocturnos y duendes de la zona. Son muchos y, algunos, bastante simpáticos y extrovertidos. Pero, antes, lo mejor será una buscar una casa rural en Cantabria para interactuar más directamente con la cultura y las tradiciones locales.

Leyendas populares de Cantabria
Se suele decir que en Cantabria viven tranquilamente tres familias de duendes: Trastolillo, Trenti e Zahorí.
El más conocido es el Trastolillo (Trasgu en algunas localidades), un simpático juguetón que ama gastar broma y reírse. Su piel es de color negro y es muy difícil encontrarlo debido a su tamaño muy reducido. Sus ojos verdes son divertidos y brillantes, su pelo largo esconde dos pequeños cuernos y viste una túnica roja hecha con corteza de árbol. Si optas por alquilar una casa rural en Camaleño y, de repente, escuchas sonidos raros, risas y ves moverse algo, pues es todo obra suya.
El Trenti es aún más pícaro y rebelde del anterior: se parece por el color de la piel y de los ojos, pero se queda lejos de las zonas habitadas y prefieres jugar y asustar, con simpatía, en los bosques. Viste con corteza de árbol color castaño y verde para poderse mimetizar y sólo se deja ver por los niños. Su plato favorito es maíz con leche: si lo encuentras, acuérdate de no darle nunca agua, es un veneno para él.
El único duende serio es el Zahorí que, a diferencia de sus primos más listillos, prefiere ayudar a los cántabros cuando pierden algo importante o de valor. Si la persona que invoca la oración se ha portado bien, el Zahorí se acerca para escuchar con atención la descripción del objeto y empieza la búsqueda. Es pequeño, silencioso y muy rápido, su larga nariz puntiaguda le ayuda a oler los peligros y siempre corre da un lado a otro.
Leyendas de terror en Cantabria
Hay tres personajes que, desde hace siglos, aterrorizan la gente de esta región: seres malvados, malignos y que aprovechan cada momento para molestar y asustar personas inocentes.
El más famoso de ellos es seguramente El Ojáncano que, para los montañeses, personifica literalmente el mal. En la mitología cántabra no hay personaje más desagradable y violento. De aspecto horroroso y con un solo ojo, es alto como un árbol, tiene manos y pies gigantescos, con diez dedos y garras mortíferas. Suele utilizar su honda de piel de lobo para arrojar grandes piedras y su bastón mágico puede transformarse, según la ocasión, en lobo, víbora o cuervo. Cuando se hace mayor, los otros Ojáncanos le matan, le abren el vientre y se reparten sus restos, enterrándolo debajo de un roble. Después de nueve meses, salen del cadáver unos gusanos amarillos enormes que durante tres años se nutren a través de los pechos de una Ojáncana. Si no quieres encontrártelo, mejor alojarte en una casa rural en piedra: de esta manera el monstruo no podrá entrar.
Si has decidido dar un paseo en un bosque de Cantabria, ten cuidado con los Nuberos. Se trata de pequeños geniecillos malignos que aman cabalgar las tormentas, descargando rayos y granizo sobre las personas. Son los responsable de los cambios del clima en la montaña, conducen y guían las nubes, provocando calamidades y grandes destrozos en los pueblos. Sus victimas predestinadas son los pescadores: los que intentan desafiar a los Nuberos acaban perdiendo la vida, los menos atrevidos se ven obligados a volver al puerto, a menudo, con las redes vacías.
Otros monstruos amenazan los cultivos de los pobres campesinos cántabros. Se trata de los verdaderos Caballucos del Diablo: siete grandes libélulas con alas muy largas y transparentes, que llenan las noches sobretodo en verano. Siempre vuelan juntos y son cabalgados por siete demonios con ojos de brasa, viento que sale de la nariz y que disparan llamas de la boca. Son muy malos y se divierten a quemar o pisotear los campos de mieses. Es tradición, la mañana de San Juan, subir al monte para buscar un trébol de cuatro hojas: si lo encuentras recibirás tres gracias (vivirás 100 años sin dolores, sin hambre y sin tristeza).
Mitologia de Cantabria el hombre pez
Pero el lugar más famoso de Cantabria, de un punto de vista mitológico, es seguramente Liérganes, en la comarca de Trasmiera, donde surge el Centro de Interpretación del Hombre Pez. En esta localidad, según cuenta la leyenda, nació el famoso hombre pez. El joven Francisco de la Vega, desaparecido en la ría de Bilbao en 1674, fue capturado por las redes de unos pescadores de Cádiz, mostrando su cuerpo humano cubierto de escamas. Tras haber pronunciado la palabra ‘Liérganes’, fue devuelto a su lugar de origen; aquí estuvo nueve años antes de desaparecer, definitivamente, en el mar. Hoy en día es posible ver, en su memoria, una estatua del Hombre Pez. Los visitadores, a veces, se sientan delante del río esperando captar algún movimiento del agua o una señal de la presencia de otros hombres pez.
Una oportunidad única de pasear con vuestros hijos por uno de los pueblos encantados del norte de España y, así, descubrir uno de los personajes más famosos de la mitología cántabra.