Esta casa del siglo XVII perteneció a la familia Navarro de Arzuriaga que llegó a tener un gran poder económico. La única casa azul de la ciudad de Albarracín, y una de las más emblemáticas y fotografiadas.
El diseño más innovador en el interior de un edificio siglo XVII.
Se ha intentado cuidar hasta el más mínimo detalle para su presentación como vivienda turística.
Distribución y diseño:
La casa está distribuida en un salón con cocina americana y terraza, 3 habitaciones y un cuarto de baño. El salón cuenta con 2 grandes sofás y una mesa central de diseño. Desde los sofás del salón puedes contemplar las mejores vistas panorámicas de la ciudad de Albarracín. La televisión está empotrada en la barra de la cocina lo que permite estar sentado en el sofá pudiendo ver la televisión y contemplar la ciudad de Albarracín desde el mismo lugar.
La cocina está totalmente equipada y dispone de una moderna barra americana. La casa cuenta con 3 habitaciones. A destacar en su diseño son los alicatados en piel natural a juego con el pasillo distribuidor.
Habitación 1: habitación principal-suite con cama de matrimonio. Esta habitación ofrece cama adicional. La habitación cuenta con escritorio.
Habitación 2: habitación doble con 2 camas de 90. Esta habitación ofrece la posibilidad de transformarse en triple, o cuádruple en forma de litera mediante un novedoso sistema. La habitación también cuenta con 2 escritorios.
Habitación 3: habitación individual con posibilidad de transformarse en doble en forma de litera.
Cuarto baño de amplias dimensiones.
Ideal para parejas, familias, grupos de amigos de ocho personas + cama adicional.
Se admiten mascotas
Wi-Fi gratuita
Sábanas y toallas de primera calidad.
Puntos fuertes:
A destacar su ubicación dentro del casco histórico, el edificio dónde está incluida, el entorno, las increíbles vistas panorámicas desde su terraza y la calidad y el diseño en sus materiales, distribución y terminaciones.
Cuenta la leyenda... que un mozo de la familia, en una de las trashumancias a Andalucía, se enamoró de una joven de La Carolina (Jaén) y le prometió que si se casaba con él, no echaría de menos su tierra. Es como la historia de los jardines colgantes de Babilonia que Nabucodonosor II construyó, para que su amada esposa Amytis no echara de menos las montañas de su tierra. Pues este señor hizo lo mismo, remodeló la casa, la llenó de geranios, puso rejas andaluzas en las ventanas y la pintó con cal y azulete, tal como se llevaba en aquel entonces en Andalucía... y vivieron felices muy muy felices.