El Cortijo del Pino es un cortijo de labranza en el que se han ido sucediendo distintos cultivos de regadío a lo largo de los años. A finales del S. XIX se cultivó remolacha azucarera y más tarde cáñamo y lino. En las últimas décadas, ya con nuestra familia, el cultivo del tabaco fue tomando relevancia en la comarca de la Vega, y en pocos años pasaría a ser el cultivo principal. Fue en este momento cuando a la edificación se le anexionaron varios secaderos, de los cuales hoy todavía quedan algunos.
El cuerpo principal de la casa es de planta cuadrada. Se estructura alrededor de un patio central de columnas de piedra con dos alturas y torreta con palomar. El segundo patio o corral se dispone a continuación del primero, donde se encontraban las dependencias de uso agrícola y ganadero: pajar, granero, vaquería y corral para animales.
Las sucesivas herencias y la parcelación de la tierra ocasionaron una rentabilidad muy baja, y el desuso de la mayor parte del edificio provocó su deterioro y la imposibilidad de su mantenimiento. Así, la adaptación del edificio para su uso turístico como alojamiento rural fue un paso decisivo para su conservación. En el año 1998 iniciamos la rehabilitación de algunas de las dependencias más deterioradas del cortijo y poco a poco hemos ido recuperando la mayor parte de la edificación. Hoy disponemos de cuatro casas rurales que ofrecemos como alojamiento: los Atrojes, situado alrededor del patio de columnas; la Cuadra y el Tinao, ocupando lo que durante un tiempo fue vaquería, y el Torreón, que fue secadero de frutos y palomar. En todo momento hemos intentado recuperar la mayoría de los elementos constructivos existentes y poner en valor toda la construcción. En el año 2007 algunas de las antiguas tierras que pertenecían al Cortijo del Pino las hemos vuelto a poner en producción y las hemos certificado en ecológica, intentando hacer una agricultura más sostenible, más respetuosa con nuestro entorno y con la salud de las personas.