Como os podéis imaginar para nosotros nuestra Luna Gamberra es algo más que una casa: es nuestro refugio para desconectar, el jardín en el que María echó sus primeras carreras, el trocito de tierra donde el abuelo pudo por fin tener su huerto, el campo de futbol donde Carlos entrena sus regates, el jardín donde la abuela cuidaba sus rosales, el porche donde desayunar como si siempre estuviéramos de vacaciones, las piscina donde nuestros hijos han aprendido a nadar,…
Pero la vida es evolución y ahora no podemos disfrutar de este paraíso todo lo que nos gustaría por lo que hemos decidido compartirlo con otras familias viajeras que quieran cambiar de aires, pero sin dejar de sentirse como en casa.
¡Esperamos que disfrutéis aquí tanto como nosotros!