Somos un matrimonio con un niño pequeño que buscábamos una casa rural en un pueblecito del interior de Valencia, pero cercano a la playa ( Racó de Mar, en Canet d'En Berenguer). Encontramos esta casita y no defraudó nuestras expectativas. Estuvimos en el apartamento El Moli. Una casa acogedora, con todo lo necesario para pasar unos días, con cocina completa (horno, lavadora, exprimidor, tostador, hasta sandwichera y plancha para asar) y ducha de hidromasaje. Como en la mayoría de casas rurales la nevera es pequeña, pero suficiente para lo básico. También dispone de un jacuzzi en una habitación independiente, para un baño relajante.
El trato con la dueña ha sido estupendo, se ha preocupado en todo momento por saber si la estancia estaba siendo de nuestro agrado o si necesitabamos cualquier cosa, nos ha recomendado lugares para visitar y nos ha prestado cuna para el niño, carrito y sombrilla para la playa, sin ningún coste adicional. También tenía juguetes y juegos de mesa (parchís, dados, cartas) para entretenerse. Además, nos ha obsequiado con una bandeja de bollos y leche para el desayuno (yo cambiaría algún bollo por fruta, unas naranjas para un zumo siendo Valencia...). Y pases para la piscina municipal, muy tranquila y cuidada. Otro punto más a su favor. Una cosa que mejoraría (y de la que pecan más casas rurales en las que he estado) es que hay un tendedero muy pequeño (y pocas pinzas de ropa) comparado con la capacidad de la lavadora y más estando cerca del mar, con la necesidad de lavar las toallas después de un día de playa.
El entorno es muy tranquilo, está en un extremo del pueblo, pero cerca hay horno de pan, farmacia, y alguna otra tienda por si necesitas comprar.
En definitiva, muy recomendable, ideal para ir con niños, pues te prestan casi todo lo necesario y no hay que ir tan cargado. Y el trato de Mari, excepcional.
Por último, añadir que la familia regenta el restaurante Torres Torres, con paellas a la leña y un menú del día rico y económico.